lunes, 16 de septiembre de 2013

Debut otaku.

Veo la cola desde lejos ¿Ya estoy acá? Reviso el lugar. Sí, es acá. ¿Dónde está Matías? Me llueve fino en el mediodía del domingo y estoy enfrentándome a gente vestida de animé. No puedo hacer esto solo.

Me paro en la vereda de enfrente y veo la cola. Más gente de la que pensaba. En toda la cola no se a nadie exhalando humo: nadie fuma. ¿Dónde está Matías? Llega tarde y a mi me llueve lo suficientemente poco como para que no valga la pena abrir el paraguas. Un chico en bici sale por alguna puerta escondida, cigarrillo en boca. Mira la cola mientras se aleja en la dirección a la que todos dan la espalda.

Aspiro un poco de rapé para parecer más malo de lo que soy, no sea de que alguien me quiera cortar con una katana o similar.



Me voy vuelta y lo veo llegar acompañado de su novia, como quedamos. Saludo de por medio, entramos salteandonos la cola. Nos piden identificación. Solo la novia de Matías la muestra.

[caption id="attachment_1287" align="aligncenter" width="800"]Más gente de la que esperaba. Más gente de la que esperaba.[/caption]

Entrar al Salón Leprett es definitivamente un cambio. De la luz fría del nublado en un barrio que me dio la impresión de venirse más abajo que arriba pasamos a un lugar bastante lleno de voces y cuerpos, con luces cálidas que no molestan y mucho, pero mucho merchandising y disfraces. El edificio tiene forma de H, con la entrada en el punto inferior derecho, un salón oscuro y grande en el punto inferior izquierdo, un salón muy iluminado en el punto superior izquierdo y un patio en el superior derecho.

Cruzamos el salón de entrada rápidamente, no sin ya haberme sorprendido: en un stand sutil veo collares de cuero que de inocentes tienen nada. Son para las cosplayers, razono. Eso no le quita lo gracioso a comprar lencería erótica BDSM en un lugar donde hay nenas de siete años con pelucas rosadas saltando por ahí alegremente.

Miranda va al baño mientras yo me quedo con Matías un segundo. Ellos vienen a hacer su trabajo para Watashi Mo, la página otaku que tienen en Facebook. Matías viene por eso y porque tiene que entregar, conmigo, un trabajo para periodismo. Yo vengo por eso y porque no hay un mejor plan para un domingo a la tarde que ir a un lugar que no conocés.

[caption id="attachment_1290" align="aligncenter" width="800"] Watashi MO! haciendo su trabajo[/caption]

Miro a una pareja, solo un par de años más chicos que yo. Se están dando un beso forzado e incómodo a la vista. No enganchan. Los engranajes no se ajustan. Miro para otro lado.

Miranda sale del baño y se disponen a hacer lo suyo: hacer entrevistas y sacar fotos a cosplayers. Yo, en un principio muy pegado a ellos, me voy independizando cada vez más.

Sigo chusmeando por la sala principal. Veo unas pelucas de colores. Qué raro todo. Supongo que son para los cosplayers. Hay muchos y algunos bastante grossos. Le saco una foto a un par. Debe ser divertido disfrazarse así. Me pongo a pensar de qué me disfrazaría si tuviese las ganas y la habilidad como para hacer algo así. Probablemente de Manny Calavera. Pero quizás no cuente porque no tiene una katana.

[caption id="attachment_1289" align="aligncenter" width="580"]Un cosplayer grosso Un cosplayer grosso. No sé qué personaje es pero no importa.[/caption]

Entro al salón oscuro. Aparentemente, el capitalismo también llegó a Japón. Me rodea un mundo de merchandising. Para mi sorpresa, no es solo japonés: lo hay de Adventure Time, Monkey Island, algunas cosas de grupos de música. Pero lo que domina, por todos lados, es Japón: esos ojos redondos y grandes del animé parecen seguirme a todos lados.

Un peluche de BMO me tienta, pero logro echar al mercado de mi cerebro y no lo compro. Después veo una estructura pixelada de Guybrush Threepwood. Afortunadamente no tenía la plata suficiente como para comprarla.

[caption id="attachment_1293" align="aligncenter" width="800"]Mercadishing, mucho mercadishing. Merchandising, mucho merchandising.[/caption]

Me cruzo repetidas veces con una chica que no sé si fuma pero tiene un cigarrillo en la mano. Uno nunca sabe dónde termina el personaje y comienza la persona con los cosplayers.

Curioseo un rato más en el salón oscuro. Están comenzando una subasta. Dos personas en un escenario rematan y los asistentes compran. La gente de los stands puede llevar su mercadería para que sea vendida ahí.

Hay una cola que cruza el salón oscuro. Parece que al final de esa interminable linea de gente hay comida japonesa. Y pattys. Mucho japón pero las pattys no se abandonan nunca. Había, sin embargo, un stand menos concurrido que tenía exclusivamente cosas japonesas. Muy interesante. Hasta probé una de esas bolitas de colores que no me gustó para nada; pero ahora puedo decir que probé una bolita de color y no mentir.

[caption id="attachment_1294" align="aligncenter" width="800"]Exclusivamente comida japonesa. Exclusivamente comida japonesa.[/caption]

Aunque hay definitivamente un ambiente juvenil, mucha gente de más de 40 está presente. También hay padres que acompañan a sus hijos e hijos que acompañan a sus padres.

Paso de nuevo al salón iluminado, dónde hay un japonés dando una exposición sobre la cultura de su país. Un tipo bastante copado, su español no es perfecto, pero se lo entiende. Sigue usando las interjecciones de su país y al final de cada frase dice algo que sueña a "Isn't it? Okay", pero obviamente no es eso. Me quedo ahí un buen rato.

Aprendo varias cosas. ¿Sabían que en japón hay dos religiones oficiales? Está el budismo, la más moderna e importada de China, pero también está la autóctona, el Shintoísmo. Aparentemente hay historias muy graciosas sobre los dioses del shintoísmo que se pueden leer en el Kojiki. Los dioses antiguos japoneses tenían sus aventuras, al parecer, al mejor estilo de Zeus y compañía.

Decido que, habiendo aprendido sobre algo tan inútil como que en japonés el sol es femenino y la luna masculino ("¡como en faroés!", pienso), es hora de irme. Voy a buscar a Matías.

Esté viendo un desfile Lolita. Tiene un nombre muy pervertido; esa ya es razón para quedarme. Decepcionantemente para mi, es un simplemente un desfile de algunas chicas vestidas a lo lolita - japonés. No deja de ser interesante, sin embargo.

[caption id="attachment_1296" align="aligncenter" width="800"]Desfile Lolita. Menos pervertido de lo que me hubiese gustado. Desfile Lolita. Menos pervertido de lo que me hubiese gustado.[/caption]

Ahora sí, me voy. Lo saludo a Matías. Miranda está lejos, rodeada de un mar de gente y muy concentrada en el desfile. Me voy. Antes de salir, aspiro un poco más de rapé y la chica a mi lado le pregunta a su amiga: "¿Que está haciendo?". Me voy caminando con paraguas en mano pensando en que, sinceramente, me divertí más de lo que hubiese pensado. Un pequeño micromundo japonés en un edificio de lo más normal de Capital es una curiosidad que, en retrospectiva, me hubiese arrepentido de no presenciar.

1 comentario:

  1. Siguiendo la telaraña 38/2013

    Bueno, pasamos una semana más del año… en ella cumplí 29 así que de regalo les dejo un link extra Linux no es una religión. Desaparecer del dospuntocero. Cyanogen anuncia que parte de su software será propietario. GNOME 3.10 llega con soporte exp…

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